Pero qué animal

A pesar de lo que se suponga en las academias del mundo, la animalidad y la cultura suelen ir de la mano, a veces, incluso, de la pata. Sin ir más lejos, el elemento culturizante por excelencia: el diccionario suele ser llamado "mataburros" por las comadres del pueblo, y por algunas otras viejas también.

Esto es un error grave proveniente de la ignorancia popular, por dos razones: por un lado es casi imposible matar un burro con un diccionario. Comprobado empíricamente, luego de un golpe con el voluminoso volumen, el burro no sólo sobrevive sino que, advertido, no se deja golpear por segunda vez. A pesar de que uno tome el tomo con toda sus fuerzas y corra al burro por el corral, nadie es capaz de alcanzar a un burro que quiera librarse de un libro.

Este nombre es un error, además, debido a que suele decirse que el burro es ignorante, lo cuál no es cierto: el burro sabe lo que el burro quiere, o sea que el burro sabe lo que necesita saber: Dónde comer, dónde dormir y con quién aparearse para tener burritos (burros con expectativas razonables) o mulitas (burros que se creen lo suficientemente buenos como para tener sexo con caballos).

Aceptaría que el diccionario recibiera el nombre de "mataidiotas" pero, sorprendentemente, los idiotas tampoco se dejan pegar después del segundo librazo. El hombre es el único animal que crea conocimiento para después poder ignorarlo.

El ejemplo de esto fue escuchado en el zoológico Temaiken (todos los derechos reservados, su reproducción total o parcial queda bajo la entera responsabilidad de los señores burros) en donde una señora, frente al imponente espectáculo natural que brindaban las chitas, última gran adquisión del zoo, con verdadera consternación dijo:

"Ah, pero son como leopardos, no son monos. Entonces ¿por qué se llaman chitas?".

Caray.