Una teoría

Los autos locos, dibujo animado que a muchos fascinó de pequeños tiene un lado oscuro. Empuja a padres y a hijos poco atentos a suponer que la moraleja detrás de la historia es que los tramposos nunca ganan. Cuando en realidad no es así. El único que nunca gana es Pierre Nodoyuna (y Patán, en su auto el Super Ferrari Especial). Pero todos los demás competidores son también unos tramposos, recurrentes e inescrupulosos.

A saber:

Auto 1: El Rocomóvil de los Hermanos Macana. Los cavernícolas suelen usar sus porras (o palito-de-abollar-ideologías) para golpear los autos de sus contrincantes y hacerles perder posiciones en la carrera.

Auto 2: El Espantomóvil. Ese que tenía un campanario encima del que salía un dragón que tenía la mala "costumbre" de quemar llantas ajenas o asustar a otros competidores.

Auto 3: El convertible del Profesor Locovitch. A pesar de que las transformaciones del auto solían ser defensivas, se ha visto varias veces al Profesor (aunque aún nadie nos supo decir profesor de qué) utilizar inventos para atacar a los otros competidores. Por ejemplo la "Pistola de burbujas" -patente pendiente- que encerraba a los demás en (oh sorpresa) burbujas y los hacía flotar mientras él cómodamente pasaba por debajo.

Auto 4: El Stuka Rakuda del Barón Hans Fritz. El auto volaba (VOLABA) sobre los demás, pero dentro del contexto de estas carreras eso es casi una nimiedad. El problema está en que el buen Barón (cuya afiliación al partido Nazi no ha podido ser comprobada) tenía también la tendencia de disparar su ametralladora contra otros.

Auto 5: El Compact Pussycat de Penélope Glamour. Probablemente la corredora más sucia y despiadada de toda la carrera: El maquillaje de su polvera se convertía en una nube que cegaba a los demás, su champú hacía que los otros se resbalaran y solía pegarle a otros competidores con su sombrilla. Lo peor de todo era que con éxito hacía creer a los demás que estos hechos eran meros "accidentes". Se escapa con un simple caída de ojos y una risita aguda.

Auto 6: El Super Chatarra Especial de las Fuerzas Armadas Norteamericanas. Disparaba su cañón, no a otros competidores, es cierto, pero sí hacía agujeros en los que caían los demás.

Auto 7: La Antigualla Blidada de Matthew y la Mafia del Hormiguero. Las ametralladoras de tambor redondo estaban a la orden del día. Sin contar los planes de "protección" que eran cobrados semanalmente a los demás corredores.

Auto 8: El Alambique Veloz. Tal vez el más extremo de todos, conocido por hacer explotar su propio auto con tal de ganar posiciones y retrasar a los demás.

Auto 10: El Troncoswaggen de Brutus y Listus. No sólo tenía sierras en vez de ruedas sino que también era el más burdo de todos los tramposos. Cuando un auto intentaba pasarlo simplemente frenaba para que el auto de atrás chocara.

Tal vez notaron la falta del único corredor honesto de la carrera: Pedro Bello en el auto número 9. Eso se debe a que ese es el conductor más plano, con menos desarrollo de personaje, un mero comic relief al que se le destruía el auto dos o tres veces por episodio.
Uno pensaría que siendo honesto ganó más carreras que los demás, una forma de dejar una enseñanza moral en los jóvenes. Pues no, la honestidad no te asegura la victoria en el mundo de los Autos Locos.

Mi teoría, entonces, es esta: Los Autos Locos tenían una moraleja. Pero no era "el tramposo siempre pierde". Pierre Nodoyuna no era el más tramposo, simplemente el más ambicioso y original. Ambicioso porque quería retrasar a todos de un sólo golpe magistral. Original porque no lo hacía con las características intrínsecas de su auto, sino con planes elaborados.
La verdadera enseñanza de los Autos Locos es: "La única forma de salir adelante en el mundo es aceptar la mediocridad. La originalidad y la ambición serán severamente castigadas".


Piénsenlo.