Un canto a la vida y la esperanza

Esta es una hermosa fábula. Que comienza con muerte y tragedia (como suelen comenzar las fábulas), sigue con momentos de tensión e ideas brillantes y culmina con un feliz final feliz. Aquellos de ustedes que tengan el corazón frágil, que sientan con facilidad el cálido escozor de la ternura, traten de conseguir pañuelitos descartables antes de leer. Los demás, también consigan pañuelitos... ¿Quién sabe? Podrían llegar a estornudar y, de no tenerlos cerca, harían un enchastre en el teclado.
Dice así:
En un zoológico muy muy lejano llegó la época de cría para todos los animalitos. La tigresa tuvo un precioso cachorrito rayado y la mamá chancha tuvo una deliciosa piara de chanchitos. Sí, ya sé que el adjetivo "delicioso" aplicado a un chancho es un poco oscuro... Pero qué puedo hacer, si esos chanchitos estaban como para comérselos. En fin... Las cosas no podían ser más hermosas en aquel zoológico muy lejano, todos eran felices e incluso, de vez en cuando, la tigresa comía perdices.
Pero de pronto arreció la calamidad: Una enfermedad desconocida atacó al cachorrito de tigre que murió casi de inmediato y, pocos días después, la mamá chancha corrió con la misma suerte. Los chanchitos aún necesitaban leche para poder sobrevivir y la tigresa no iba a poder sobreponerse a semejante pérdida, por lo que uno de los guardias tuvo una genial idea.
Vistieron a los cerditos con pequeños trajes a rayas, durmieron a la tigresa con un poderoso sedante y, mientras ella dormía, tomaron a los bebés y los frotaron bien fuerte contra su pelaje para que adquirieran el olor de la madre adoptiva. Cuando la triste madre despertó se encontró con que, en vez de haber perdido un hijo, mágicamente había ganado cinco. Desde ese día en adelante, los cuidó con todo el esmero que pudo hasta que vio, orgullosa, como cada uno, convertido en un rechoncho tigre/chancho, se iba a formar su propia piara.
Moraleja: Ninguna perdida es insuperable, siempre y cuando puedas encontrar a alguien más contra quien frotarte.