Las aventuras de la Liga de la Decencia

El 31 de diciembre de 1983, después de ocho episodios la serie Manimal llegaba a su inesperado final. Nadie sabía por qué, el ratign estaba de acuerdo con la crítica y los guionistas: la serie lo tenía todo.
"Los efectos especiales son fascinantes, no imorta cuantas veces por episodio pongan la misma escena de la mano que cambia de forma y la piel que burbujea cual sopa de arvejas, no me canso de verla". Paul Rubio, Los Angeles Times.
"La pantera negra, el tiburón negro, el oso negro, estamos tan contentos con esta prueba de identidad aforamericana que hemos decidido nombrar a Simon MacCorkindale (el mejor actor de su generación) negro honarario". John Washington Carver, Black America Press.
"El concepto, por Dios, el concepto". Henry Michaels, Washington Post.
"Simon MacCorkindale es el nuevo Orson Welles con un toque de Mel Brooks". Glenda Bollinsky, Jewish TV Review.
Por qué habrá sido cancelada la serie, entonces, y su tan loado protagonista olvidado para siempre.
La explicación es sencilla: el escádalo alcanza a todos. La Liga de la Decencia tiene observadores en todos lados y pronto sospechó que un hombre que se transformaba en animales era proclive a caer en el los salvajes instintos y en hábitos poco honorables.
Y aunque nunca se pudo comprobar que el perro negro que, justo fuera de las puertas del estudio se autosatisfacía lamiendo sus partes íntimas, fuese en efecto Simon MacCorkindale transmutado, a la prensa no le importó.
La Liga de la Decencia había triunfado una vez más.